La importancia de los abrazos en tiempos de Covid.
Además de relajar y aliviar a nivel emocional, el abrazo tiene otros muchos beneficios fisiológicos. Los repasamos.
El acto de que nos abracen es algo que todos recordamos desde bien pequeñitos. Lo primero, primerísimo que una mamá y un papá hacen con un bebé cuando llega al mundo es precisamente eso, abrazarle.
Y después abrazamos y nos abrazan todo el rato: abrazar para calmar el dolor y el llanto, abrazar para demostrar amor, abrazar para reconfortar ante un fracaso o una pérdida, abrazar para acoger la pena y la tristeza, abrazar cuando llega una despedida, abrazar para agradecer y dar la enhorabuena ante un logro conseguido. El abrazo está tan presente en nuestro día a día que muchísimas veces no somos conscientes de ello y nos acostumbramos a él de tal forma que llega a perder su significado, convirtiéndose en un acto mecanizado y automático.
Si el abrazo se utiliza desde el minuto uno de vida no es más ni menos porque el tacto, al igual que la necesidad de contacto, es uno de los sentidos más desarrollados que tienen los bebés y con el que llegamos a este mundo.
No podemos hablar del abrazo sin hacerlo también de la conocidísima y estudiada Teoría del Apego de John Bowlby. Según esta, los bebés llegan al mundo con una programación innata biológica para crear vínculo con la madre y de esta manera poder sobrevivir y conseguir protección.
En relación con esto, se hicieron varios experimentos en los que se observaba a niños huérfanos, privados del apego y del contacto con la figura materna y se comprobó que estos niños sufrían después consecuencias negativas y desagradables que impedían su desarrollo emocional y social de manera satisfactoria.
La conclusión a la que llegaron es que no se trata de estar continuamente centrado en el niño, sobreprotegerlo y que no haya vida más allá del bebé; los experimentos aconsejan que sí es fundamental que los pequeños sientan el cuidado y que sus necesidades de afecto, cariño y apego están cubiertas.
Beneficios del abrazo
- Completa nuestra necesidad de afecto. El afecto es una de las necesidades básicas del ser humano, al igual que lo son las necesidades de alimentación o de descanso, por ejemplo. Y el abrazo es una de las vías por las que el afecto llega a nosotros.
- Suma confianza y seguridad. El ser humano llega a este mundo virgen de odio, limpio de egoísmo, pero también inexperto, inseguro, indefenso, frágil y el contacto y los abrazos nos aportan esa seguridad y confianza tan necesaria para ir desarrollándose poquito a poco y para el correcto funcionamiento emocional.
- Mejora nuestra Autoestima y nos anima. ¿Qué pasa cuando tienes un día algo bajo de ánimo y te llega un abrazo inesperado? Pues que tu estado de ánimo se eleva y la persona se siente automáticamente algo mejor. Si no te lo crees, empieza a practicarlo.
- Genera placer. De la misma manera que al comer chocolate nuestro cerebro segrega hormonas relacionadas con el placer, en concreto dopamina y serotonina, cuando nos abrazan o abrazamos ocurre exactamente lo mismo.
- Disminuye el estrés. La hormonas que he citado en el apartado anterior ejercen otra función en conjunto, la de reducir los niveles de estrés generando sosiego, así que, otro de los beneficios del abrazo es precisamente ese, la disminución del estrés.
- Reduce la tensión arterial. Se ha comprobado que las personas que tienen más contacto físico y reciben abrazas de forma habitual, tienen una presión arterial más baja que las personas que no reciben esos abrazos forma habitual.
Finamente, el coronavirus por ahora nos está poniendo límites, pero lo podemos realizar cada día con lo miembros de nuestra familia. Empieza a hacerlo otra vez, déjate llevar, disfrútalo y aprovéchate de sus innumerables beneficios.
Basado en: Dafne Cataluña, psicóloga y fundadora del IEPP y adaptado por Vinicio Ramón.