ARQUITECTURA DEL CEREBRO
Continuando por nuestro viaje cerebral, vamos a estudiar el órgano más fascinante del universo conocido por esta nueva generación de cartógrafos neuronales. Las redes cerebrales de nivel inferior sostiene las funciones vitales básicas y hacen posible la memoria, las emociones y los impulsos básicos. En los niveles superiores, las redes neuronales de los hemisferios cerebrales configuran equipos de trabajo especializados que posibilitan la percepción, el pensamiento y el habla (Myers, 2006, p. 69).
En este contexto hablaremos sobre las partes del encéfalo y sus funciones. Según Morris y Maisto (2009), este tiene tres elementos principales: El cerebro inferior (núcleo central), ubicado donde la médula espinal penetra al cráneo; el cerebro medio, que desempeña papeles de apoyo a la visión y audición, y el cerebro superior que está localizado en las zonas frontales y superiores del cerebro (corteza cerebral).
El cerebro inferior, está compuesto de pequeñas estructuras como: la médula, el puente, tálamo e hipotálamo. También está implicado en muchos procesos fisiológicos como: respirar, tragar, dormir, el ritmo cardiaco, entre otros. El cerebelo está relacionado con el equilibrio y otras conductas motoras complejas, como andar en bicicleta, o jugar al tenis (Morris y Maisto, 2009).
Luego aparece el cerebro medio, que desempeña papeles de apoyo a la visión y la audición. Seguramente la parte más importante del cerebro medio sea la formación reticular, que es vital para la atención y la conciencia. Por ejemplo nos avisa de la presencia de estímulos potencialmente importantes.
Finalmente el cerebro superior, está localizado en las zonas frontales y superiores del cerebro. Es aquí donde se ubica la mayor parte de la acción en los seres humanos.
La corteza cerebral: montado por encima y alrededor del núcleo central y el sistema límbico, ocultándose prácticamente, se encuentra el cerebro. El cerebro se divide en dos hemisferios y está cubierto por una delgada capa de materia gris (células no mielinizadas) llamada corteza cerebral. La misma ocupa la mayor parte del espacio del cráneo, pues de da cuenta de cerca del 80 por ciento del peso del encéfalo humano y contiene aproximadamente el 70 por ciento de las neuronas del sistema nervioso central (Morris y Maisto, 2009). Estos hemisferios se dividen en cuatro zonas o lóbulos, descritos de la siguiente manera:
Lóbulo frontal: es donde tiene la mayor parte de nuestro pensamiento consciente. Son responsables de diversas actividades humanas como: el lenguaje, la atención, concentración, el razonamiento, la planificación, el establecimiento de objetivos, los juicios, la toma de decisiones, las estrategias de aprendizaje, los movimientos controlados o la interpretación de la conducta de los temas, control emocional y temperamento, solución de problemas complejos, aspectos relacionados con la personalidad (Reeve, 2002).
Lóbulo parietal: donde su función es la de recibir e interpretar información somatosensorial; esto es, datos sobre la temperatura, la presión, la textura y el dolor (Ormrod, 2007).
Lóbulo occipital: cuya responsabilidad es la de interpretar y recordar la información visual. El daño al lóbulo occipital puede producir ceguera o alucinaciones visuales (Ormrod, 2007).
Lóbulo temporal: están situados lateralmente, detrás de las orejas y se dedican a recibir, interpretar, procesar y recordar información auditiva compleja, como el habla y la música (Ormrod, 2007) (Véase la fihura 4).
Figura 4. Vista lateral de la corteza cerebral. Fuente: http://lalupa3.webcindario.com
El sistema límbico: está conectado muy estrechamente con los lóbulos temporales, donde hay un conjunto de estructuras que resulta esencial para el aprendizaje, la memoria, la motivación y la conducta emocional. Básicamente abarca las siguientes partes:
El hipocampo, que es una pequeña estructura con forma de caballito de mar, está profundamente Implicado con la atención y aprendizaje, sobre todo en aquellas cosas que aprendemos de manera consciente. Los psicólogos y neurocientíficos están generalmente de acuerdo en que el hipocampo tiene un papel importante en la formación de nuevos recuerdos de los acontecimientos experimentados, tanto episódicos como autobiográficos. También manifiestan que el hipocampo es responsable de la memoria espacial y la navegación. (Feldman, 2010).
Siguiendo con los componentes del sistema límbico encontramos a la amígdala. Esta desempeña un papel destacado en las emociones. (Especialmente con las negativas, como el miedo, el estrés, la angustia, y la depresión). Así también regula las reacciones emocionales automáticas como la agresión. Es más, la amígdala nos permite asociar determinadas emociones con estímulos o recuerdos específicos (Ormrod, 2004).
Esta glándula, además, se relaciona con la capacidad de aprendizaje y con la memoria. Se puede decir que es la estructura responsable de que no olvidemos nuestros traumas infantiles, es la responsable de que podamos escapar de situaciones de riesgo o peligro, pero ella también la que nos obliga a recordar nuestros traumas, y todo aquello que nos ha hecho sufrir en algún momento (Punset, 2010).
Como vemos, la amígdala está asociada en asentar nuestros recuerdos y nuestra memoria. En muchas ocasiones en las que determinados hechos están asociados a una emoción muy intensa: una escena de infancia, una pérdida, un instante en que hemos sentido inquietud o miedo o una alegría muy intensa; tal vez, esta quedará registrada con mayor fuerza en nuestra memoria para toda la vida.
Pongamos un sencillo ejemplo. Acabamos de trabajar y nos dirigimos a nuestro auto, aparcado en una calle cercana, es de noche y no hay apenas iluminación, esa penumbra nos pone en aviso, la oscuridad es un escenario que evolutivamente hemos asociado como indicador de riesgo y peligro, de ahí que apresuremos nuestros pasos para encontrar el auto. Pero ocurre algo, alguien se nos acerca y nuestra reacción lógica es empezar a correr para huir.
Mediante esta sencilla escena podemos deducir muchas de las funciones instaladas en la amígdala: ella es quien nos pone en aviso de que la oscuridad es un riesgo y de que esa persona que se acerca también lo es, y más aún, habremos creado un aprendizaje nuevo al deducir mediante el miedo que al día siguiente, no aparcaremos el auto en esa zona.
Otro elemento importante es el tálamo. Este está localizado en el centro del cerebro y actúa como un interruptor que recibe la información entrante desde las diferentes neurona sensoriales y al envía a las áreas apropiadas de la corteza cerebral. También desempeña un papel en la activación, la atención y el miedo (Morris, 2001).
Finalmente encontramos el hipotálamo, localizado debajo del tálamo. Myers (2006) manifiesta que esta estructura pequeña pero importante ayuda a mantener estable el ambiente interno del cuerpo al es el encargado de regular muchas actividades relacionadas con la supervivencia humana como: la respiración, el hambre, la temperatura corporal y la sed. También se la relaciona con la conducta sexual e influye en las experiencias de gratificaciones placenteras (Véase la figura 5).
Figura 5. Conjunto de estructuras que conforman el sistema límbico. Fuente: http://www.psicoactiva.com/
HEMISFERIOS CEREBRALES:
Por otra parte, el cerebro está dividido y constituido por dos mitades. La mitad derecha llamada hemisferio derecho y la mitad izquierda llamada hemisferio izquierdo. Ormrod (2007) enuncia que ambos hemisferios están conectados entre sí por un conjunto de neuronas llamados el cuerpo calloso, que permite el cambio de información de los dos hemisferios. Este está formado por millones de fibras nerviosas que recorren todo el cerebro. Gracias a estas fibras, los dos hemisferios están continuamente conectados.
Myers (2006) manifiesta que solo hasta hace una década se creía que el cuerpo calloso solo servía “para sostener a los hemisferios”. Los experimentos han revelado que esta banda amplia de más de 200 millones de fibras nerviosas, capaz de transferir más de mil millones de datos por segundo entre los hemisferios, tiene una función más significativa.
En torno a las observaciones anteriores, en cierta medida ambos hemisferios suelen trabajar unidos para comprender y responder al entorno; pero a su vez tienen diferentes especialidades. El hemisferio izquierdo por ejemplo es el principal responsable de controlar el lado derecho del cuerpo y viceversa. Es decir que los resultados indican que los dos hemisferios cerebrales no están solo conectados a lados opuestos del cerebro, sino que parecen sobresalir en funciones distintas (Morris y Maisto, 2001, p. 63).
Para comprender mejor las diferencias y funciones de ambos hemisferios, analicemos la siguiente figura:
Figura 6. Funciones de los hemisferios cerebrales. Fuente: http://aulapropuestaeducativa.blogspot.com/
Sobre la base de las consideraciones anteriores, podemos precisar que el hemisferio izquierdo procesa la información analítica y secuencialmente, paso a paso, de forma lógica y lineal. Analiza, abstrae, cuenta, mide el tiempo, planea procedimientos paso a paso, verbaliza. Piensa en palabras y en números; es decir contiene la capacidad para las matemáticas, leer y escribir (Morris y Maisto, 2009).
Este hemisferio emplea un estilo de pensamiento convergente, obteniendo nueva información al usar datos ya disponibles, formando nuevas ideas o datos convencionalmente aceptables. Aprende de la parte al todo y absorbe rápidamente los detalles, hechos y reglas. Analiza la información paso a paso. Quiere entender los componentes uno por uno.
Por otra parte, el hemisferio derecho parece especializado en la percepción global, sintetizando la información que le llega. Con él vemos las cosas en el espacio, y cómo se combinan las partes para formar el todo. Gracias al hemisferio derecho, entendemos las metáforas, soñamos, creamos nuevas combinaciones de ideas. Es intuitivo en vez de lógico, piensa en imágenes, símbolos y sentimientos. Tiene capacidad imaginativa, fantástica, espacial y perceptiva (Feldman, 2010).
El hemisferio derecho se interesa por las relaciones. También se encarga de procesar con eficiencia la mayoría de las tareas visuales y espaciales, así como, para reconocer melodías musicales; puesto que estas tareas requieren que la mente construya una sensación del todo al percibir una pauta en estímulos visuales y auditivos.
Este hemisferio emplea un estilo de pensamiento divergente, creando una variedad y cantidad de ideas nuevas, más allá de los patrones convencionales. Aprende del todo a la parte. Para entender las partes necesita partir de la imagen global. No analiza la información, la sintetiza. Finalmente es relacional, no le preocupan las partes en sí, sino saber cómo encajan y se relacionan unas partes con otras.
A continuación podemos finalizar añadiendo algunas de las principales características de cada hemisferio para comparar las funciones de cada uno (Tabla 1).
Tabla 1. Características de los Hemisferios del Cerebro. Fuente: https://comohacerun.wordpress.com
Tomado del libro El desarrollo del pensamiento (Ramón,2016)
Tomado del libro El desarrollo del pensamiento (Ramón,2016)